¿Son prudentes las recientes medidas de política monetaria ante una fuerte desaceleración económica?

Los resultados macroeconómicos de 2025 apuntan a una fuerte desaceleración económica respecto al PIB potencial. Los datos proyectados oficiales a agosto de 2024 apuntaban a un crecimiento de 4.75% para 2025, el cual ha sido progresivamente revisado a la baja desde 4.50% (marzo), 3.50% (junio) y 3.00% (agosto).

¿Qué explica esta fuerte desaceleración económica? Si se analiza por el lado del gasto agregado interanual, se evidencia una marcada desaceleración o disminución respecto al promedio de desempeño de los últimos 5 años (2020-2024). A junio 2025, el consumo registró un crecimiento promedio de 2.7% por debajo del promedio de los últimos 5 años (2020-2024) que se situó en 3.5%, la inversión disminuyó en 3.6% muy por debajo del promedio que alcanzó 5.7%. Las exportaciones se colocaron en 2.4% por debajo del promedio que se situó en 7.5% y las importaciones disminuyeron en 0.5% por debajo del promedio que fue 6.2%. Es evidente que la demanda agregada está resentida.

Entonces, ¿por qué el desempeño tan frágil de la demanda agregada? por los precios. Como economía pequeña y abierta, con elevada dependencia externa, hace que los precios internos absorban cualquier movimiento de los precios externos. Los efectos post pandemia aún persisten a través de los problemas con la cadena global de suministro, exacerbándose por las tensiones geopolíticas y la administración Trump.  Esta situación hace que los precios externos se mantengan sustancialmente elevados. ¿En qué se traduce esto? En una “inflación importada” que filtra la inflación interna a través de los costos de producción y, esto a su vez, impacta las decisiones de consumo e inversión de hogares, empresas y gobierno.

De acuerdo con las estadísticas oficiales, la inflación acumulada a septiembre 2025 se colocó en 2.8%. Este dato contempla el efecto de los precios externos (transables), sin embargo, no refleja su impacto completo. La revisión de marzo colocó el tipo de cambio en 63.75 pesos por dólar con una depreciación de 7%. Durante los meses de abril, mayo y junio se experimentó un fuerte incremento de precios observados en alimentos y medicamentos. Si se toma la inflación promedio de 3.80% de marzo y se asume un traspaso cambiario de 50% del 7% de depreciación el dato se coloca en 7.3%, dato razonable que mínimamente capta lo que ha ocurrido en la economía dominicana.

Este simple cálculo no es menor porque hace que la narrativa económica e inclusive las decisiones en materia de política económica estén disociadas de la realidad. Aún la República Dominicana no cuenta con una encuesta de expectativas de precios al consumidor que permita no solo contrastar con los datos observados del IPC sino también identificar sesgos que contaminen el resultado. Ante esta situación, siempre se tendrá una brecha entre el dato oficial y el percibido en el bolsillo que ha rondado entre 10%-35% solo en el 2025.

Ante este contexto, ¿son oportunas las medidas puestas en marcha por la autoridad monetaria? No. No son oportunas. La liberalización de encaje legal y disminuciones sucesivas de la tasa de política monetaria intentan resolver un problema de demanda cuando lo que hay es un problema por restricciones de oferta. La economía dominicana está absorbiendo los altos precios externos que sumado a la depreciación de la moneda extranjera (dólar) elevan los costos internos y los precios en la economía.

Las medidas expansivas de política monetaria son contraproducentes. Las autoridades apuntan a reactivar la demanda a través de dinero barato que a su vez acelerará la inflación interna de bienes, servicios, activos y pasivos. Si a esto se suma el efecto estacional de cierre de año que se caracteriza por mayor circulante y presiones de tipo de cambio esto contrae aún más la demanda agregada deprimiendo el crédito, disminuyendo la rentabilidad bancaria y profundizando la desaceleración económica.

En resumidas cuentas, si las medidas monetarias se aplican bajo la premisa equivocada de una baja demanda por bajos precios y no sobre la premisa de baja demanda por altos precios, se prolongará el ciclo de desaceleración. En vez de expandir la liquidez, el contexto sugiere acciones de contención o inclusive de política monetaria restrictiva que reverse las medidas tomadas durante este año. El incremento simultáneo del circulante y los flujos de divisas hacia fin de año intensificará la caída económica y extenderá la duración del ciclo apuntando hacia a una recesión, sino es que estamos ya en ella, y se prolongará durante el primer semestre de 2026.

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